Esta película muestra como una inteligencia artificial consigue superar la mente humana y se convierte en el máximo poder del mundo. Es ciencia ficción, pero cada vez se ve más claramente que con controlar las redes y tecnología eres capaz de controlar todo lo que habita en este planeta. Esto se debe a la inmensa internacionalidad de estas redes, que conectan todo, desde webs de comercio hasta la banca mundial, haciendo de los humanos unos dependientes a toda esta tecnología.
Resulta abrumador darse cuenta de que estamos tan enganchados a ello, que si desapareciese Internet probablemente la humanidad se sumiría en un caos.
¿Y estamos tranquilos sabiendo que toda nuestra vida pende de algo que ha sido creado por humanos, y que a la mínima que alguien aprendiese lo suficiente de programación como para configurarlo a su gusto, podría manejarnos?
¿Que somos juguetes de unas máquinas?
Estos dilemas los plantea el director de esta película, en la que una máquina parece estar gobernada por la mente de un humano, genio de la programación. Al estar dentro de un software, su humanidad queda más o menos apartada, y lo único que la máquina quiere es más y más poder, dominando poco a poco el mundo y toda la red mundial.
Llegar a la idea de que una máquina puede poseer la mayor característica humana, la capacidad de sentir y pensar de forma autónoma, me hace dudar de la capacidad del hombre de gobernar el mundo. Estamos construyendo cosas increíbles, desarrollando unas tecnologías que hace un par de años ni siquiera podríamos imaginar, pero es cuestión de tiempo, si no tenemos en consideración ciertos valores, el que las máquinas nos superen y se hagan con nuestro mundo.
¿Pasaríamos a ser nosotros sus juguetes?
Llegar a la idea de que una máquina puede poseer la mayor característica humana, la capacidad de sentir y pensar de forma autónoma, me hace dudar de la capacidad del hombre de gobernar el mundo. Estamos construyendo cosas increíbles, desarrollando unas tecnologías que hace un par de años ni siquiera podríamos imaginar, pero es cuestión de tiempo, si no tenemos en consideración ciertos valores, el que las máquinas nos superen y se hagan con nuestro mundo.
¿Pasaríamos a ser nosotros sus juguetes?