Dicen que todas las adicciones son malas. De este dicho no escapa la adicción a la tecnología, que parece ser un verdadero problema para las nuevas generaciones.
Y todos pensamos lo mismo: ¡Cómo voy a ser adicto al móvil! Podría vivir perfectamente sin él...
Bien, eso puede ser cierto (estoy segura que en muchos casos no es así), pero lo de la inexistencia de adicción es falso.
Cuántos de nosotros salimos a la calle pegados a la pantalla, o nos dormimos con la última imagen de instagram en nuestra mente. Cómo hemos vivido las vacaciones de otros a travésa de snapchat o hemos estado pendientes a los últimos comentarios de nuestra foto.
Que sí, que no podríamos vivir sin ello. Hemos desarrollado un estilo de vida dependiente de las nuevas tecnologías, de las actualizaciones de sistema operativo, de los gagdets y apps. Que parecemos compartir la batería del móvil, vaya.
Y ya resulta terrible ser conscientes de que hay gente que no solo es dependiente, tal y como lo somos la mayoría. Es dependiente
hasta el extremo de desarrollar miedo a la distancia. Distancia con su porpio ordenador. Miedo a estar desactualizado, a quedarse sin Internet.
¿Y qué hacer?
Probablemente ya se está haciendo todo lo posible, pero tenemos que empezar a entender todos que debemos vivir ajenos a toda esta 'situación tecnoadicta'. Empezar a hablar con la gente cara a cara, no a través de un chat abierto. Y darnos cuenta que la vida no transcurre según se suceden las notas de voz.
que si levantamos la cabeza y nos despeganmos de la pantalla, quedan muchas cosas a nuestro alrededor que nos estamos perdiendo.
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