“Nunca he encontrado una persona tan ignorante que no pueda aprender algo de ella.”

lunes, 26 de septiembre de 2016

Corazón de mariposa

¿Las mariposas tienen corazón? Esa es la primera pregunta que se te puede venir a la cabeza cuando lees el título de la entrada. Tranquilo, no vengo a hablarte de la anatomía de la mariposa ni a hacer un esquema del insecto en sí.


Hoy he decidido comentar un libro que leí ya hace bastante, pero que en el momento en el que me decidí a empezarlo, marcó un poco mi vida. Me ayudó, todo hay que decirlo, identificarme con la protagonista en cierta medida. Supongo que no todo el mundo puede decir que le guste ese tipo de libros, puede que yo sea la única, pero no dejo de recomendártelo. Sí, a ti, aunque no hayas tocado un libro en toda tu vida, a ti. ¿Qué mejor manera de iniciarte en la lectura que motivado por otra persona? Sin motivación probablemente ni te lo plantearías. ¿Un libro? ¿Eso se come?
En fin, que yo venía a hablar del libro. Tampoco voy a contar mucho sobre él, solo mi opinión personal. Y si te apetece, léetelo.
La protagonista del libro sufre una vida dura, marcada por problemas en su familia y con ella misma. Sinceramente creo que su vida se corresponde a la de muchas adolescentes de ahora, por lo que sirve de identificación general de la sociedad. Ella llega a plantearse el suicidio (ahí es donde dejo yo de identificarme, no nos rallemos), pero conoce a un chico. Un chico que le ayuda a ver la vida de otra manera, y a continuar con ella. Pero no es llegar el chico y ver la luz, la solución a sus problemas y todo empieza a colorearse de rosa y a oler a azúcar. Los problemas siguen ahí, y no todos los días empiezan con una sonrisa.
Hasta ahí.
Esa es otra cosa que me atrae del libro. No es una historia que te haga soñar con un príncipe azul, es una historia que te hace ver que la vida la luchas tú, día a día, tú. Y no, no es encontrar el amor y tener el destino solucionado. Tienes que seguir luchando.
Pero bueno, es una forma de rebelarse contra todas esas historias que te hacen esperar con ilusión ese final feliz y perfecto, que llega por casualidad y que te deja el camino libre, para que no sufras ni llores nunca más.
No somos princesas Disney, y no tenemos en la puerta un príncipe sobre un caballo blanco. Somos chicas normales y corrientes, con una vida que luchamos, y desarrollamos, día a día y paso a paso.